martes, 18 de febrero de 2014

Cosa de niños

Ver a esos niños que, sin apenas saber hablar, sonríen.
Ver que son felices viviendo en la ignorancia.
Me hace dudar.
Porque siempre consideré que la felicidad se basa en la experiencia y en los conocimientos adquiridos por el camino.
No se es feliz si nunca se pasó mal, no se valora realmente el momento si es que nunca fue peor.

Ver a esos niños disfrutarlo, me hizo pensar.
Sólo corrían de un lado a otro. Sin finalidad, sin ningún tipo de objetivo.
Parece impensable hacerlo ahora, cuando levantarse del sofá supone todo un reto.
¿Hemos perdido la ilusión?
¿Fue precisamente la experiencia la culpable?

Y sigo dudando.
Porque todos queremos ser felices, sin serlo.
Inquietos por llegar al final, deseando alcanzar ese estado de felicidad absoluta, el cual sabemos que nunca alcanzaremos.
En lugar de correr, disfrutando, sin objetivo.

Juguemos.
Deberíamos aprender de esos, de esos que corren, de esos que viven.
De esos que derrochan inocencia y hacen demasiado ruido.
Vivir sin más objetivo que vivir, vivir sin meta, sólo vivir.

Exclusividad

La dependienta, a cada mujer que pasa, dice: ¡Guapa!
La borde panadera nunca dice nada.
La panadera será borde, pero cuando dice '¡Guapa!' es que lo piensa de verdad.
Paso ante la dependienta.
Paso ante la panadera.
Recibo el repetido piropo de ambas.
¿Cuál tendrá más valor?

Y es así, cómo todo radica en la exclusividad.
Lo exclusivo es lo especial, sea al comprar un disco o cuando hablamos de amor.
Lo exclusivo es bonito.

Si todos los días tuviéramos pizza, lo normalizaríamos, como ya hicimos con el agua.
Ya no es especial, no es bonito, no se disfruta.

Si todos los días nos dijeran 'te quiero', terminaría perdiendo significado.
Ya no es especial, no es bonito, no se disfruta.

Si todos los días salimos de juerga: nos quedaríamos sin pasta, para empezar; sin salud, también; pero, perdería la emoción de sólo salir los sábados, ¿no?..vale,mal ejemplo.

El caso está en que, hagamos lo que hagamos y recibamos lo que recibamos, lo exclusivo es especial, sea un momento, una acción, o una comida.

Lo especial es exclusivo.

lunes, 17 de febrero de 2014

Dependencia.

Tú.
El que siempre estuvo conmigo,
en los buenos y en los malos momentos.
El que hizo que me enfadara
y después riera.

Del cual ya dependo.
Y apenas me dí cuenta de cómo comenzó...
Sólo sé que surgió
y ahora, no sé qué haría sin tí.

No pretendo demostrarte nada,
tampoco restregarte posibles defectos.
Defectos...algunos con arreglo y otros sin él.
Pero en fin, forman parte de tí.

Yo no puedo cambiarte.

Parece mentira, pero ya son cerca de siete años.
Me ayudaste a lanzarme, al fin.
A estar conectada con el mundo.
A calmar inquetudes.

Y aunque por las noches,
justo antes de dormir,
ya no puedas entregarme tanto como antaño.
Te sigo queriendo.
Te necesito más que nunca.

-Para mi querido móvil, al cual le grito cada tarde, porque el pobre ya está bien fundidito.
Debemos creer en la reencarnación y en la bajada de precios,en eso también-



Pizza

A lo largo de nuestra vida adquirimos una serie de innecesarios conocimientos.
Tales como fechas y nombres que, con suerte, tan sólo podrán ser útiles cuando juguemos al Trivial.
Sin embargo, hay cosas que tendríamos que aprender y nunca lo hacemos.
Como superar una ruptura, pasar de lo que el resto de la gente pueda opinar de tí, ser la hija perfecta...
¿Por qué coño eso no nos lo enseñaron en la escuela?
Después te vienen los problemas de sopetón.
Claro, pero no te pillará jamás por sorpresa una ecuación de segundo grado.
Es difícil vivir cuando nadie te guía.
Y es difícil guiar si es que no se ha vivido y errado una y otra vez.
Mierda.
Sí que es complicado no encontrar obstáculos.
Porque aunque nuestra vida sea 'perfecta' habrán tonterías que nos afectarán más de lo que deberían; y más aún cuando las hormonas no se están quietas ni un jodido instante.

Comenzamos a cuestionarnos qué es lo correcto, lo justo, lo que deberíamos hacer, lo que quieren que hagamos... hasta que llegamos a la cúspide del '¿Y yo? ¿Qué quiero?'.

La primera respuesta que se nos podría venir a la mente es: No tener la obligación de estudiar ni trabajar, tener pasta, sexo, amigos y pizza.
Poco después pensaríamos: 'No, soy ya madura, responsable... debería querer acabar mis estudios con los mejores resultados'.
Pero claro, acabar los estudios con buenos resultados es: Quiero dejar de estudiar ya, trabajar en algo molón (conseguir trabajo... ja-ja), tener pasta, sexo, amigos y pizza, siempre que sea todo legal.

Entonces, ¿Qué es lo que debería querer? ¿Lo que verdaderamente quiero es posible? ¿Está bien que desee eso? ¿Es normal?

Todo esto me lleva a pensar que por más que maduremos, siempre querremos pizza.